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jueves, 9 de julio de 2009

Newell's puntero 1980


Abril de 1980, pitazo final. Ñuls llegaba a la punta del torneo por primera vez en el año, alegría, euforia... Fue un partido difícil, duro, porque Tigre ofreció una tenaz resistencia hasta el minuto 87, cuando una falla de Mántaras dejó al intratable cucurucho Santamaría con la pelota en los pies y el camino libre de adversarios. Candía quiso jugar su única carta; derribarlo afuera del área. Cucurucho se levantó, siguió y desde el vértice del área afirmaba el resultado: 3 a 1. Por eso la fiesta, por eso los gritos, por eso la euforia. Juan Ernesto Simón de buena tarea decía esto. “Lo de la mano de don Luís es cierto porque además de todos los consejos tácticos y técnicos que nos dio, consiguió mentalizarnos de tal forma que salimos a la cancha convencidos de que lo que quiere Cubilla es lo que nos conviene a todos. Tiene un poder de convicción tremendo. Simón no es el único. A su lado, Roberto Néstor Aguerópolis confesaba: “Cubilla siempre nos dice que los rivales nos vienen a sacar la guita y que por eso no se les puede dar ninguna ventaja. Lo fuimos entendiendo y ahí están los resultados dándole la razón”. 

El código de Cubilla:
“Barrera sabe que la mano viene dura si elige el camino de la desobediencia”. En esto el código de Luís Cubilla es tan claro como su explicación: Jamás he tenido un problema de disciplina con un jugador, jamás debí aplicarle multas o suspensiones y creo que nunca lo haré porque lo que nosotros pretendemos es que vayan madurando al lado nuestro para que aprendan a autolimitarse. Todo es bueno si no se cometen excesos y yo soy exigente en las concentraciones, en el trabajo, porque quiero dejar en todos ellos la simiente para que en el futuro puedan dedicarse a lo que hoy me dedico. Hablamos mucho, les explicamos todo y siempre lo hacemos en grupo. Por eso están así bien unidos, porque ellos saben que no puede haber fisuras. Si hay alguno que se resiste, que no quiere integrarse, yo no voy a andar con suspensiones: lo excluyo y listo’. Los dirigentes y los jugadores aceptaron la propuesta de sacrificio que fue la carta de presentación de Cubilla. Y ahora Empezaron a cosechar los primeros frutos. Los dirigentes, disfrutando el orgullo de sentirse primeros después de muchos años. Los jugadores percibiendo el primer premio de ciento cincuenta millones de pesos viejos por partido ganado, que le corresponde a cada uno mientras el equipo siga puntero. Cubilla les propuso trabajo y sacrificio como medio para alcanzar los triunfos. Ellos respondieron y ahí están las primeras consecuencias. Como dice Américo Gallego con una sonrisa cómplice: “Cubilla nos enseñó que los premios que se van no vuelven más y nosotros no queremos que se nos escape ninguno.


Que quiere Cubilla?
Que la línea de cuatro sea compacta y seamos solidarios unos con otros. Que los marcadores de punta sean precisamente eso: marcadores, y que sólo se vayan al ataque cuando lo vean claro. Que Killer y yo achiquemos los espacios con nuestros volantes. (Juan Ernesto Simón). “A los delanteros nos exige que ayudemos a recuperar la pelota cuando la tienen los rivales. Por eso corremos, marcamos, obstruimos. Ni cuando estuve en Europa hice eso y acá lo hago hasta con gusto porque veo que lo que él nos dice es cierto”. (Santiago Santamaría).”Trajo a Juan Alberto Acosta porque necesitábamos un ocho que tuviera fuerza para acompañarme en la lucha del medio campo, pero que también llegara con frecuencia a posiciones de ataque. Al 10 (Alfaro) le pidió y le pide que juegue siempre como lo hace en Rosario. El es el más ofensivo de nosotros tres”. (Américo Rubén Gallego). Ahí está, en ciertas confidencias de tres hombres fundamentales, la síntesis de lo que Cubilla pretende de su equipo cuando sale a pelear por los dos puntos. En la semana aplica todo lo demás: sentido de sacrificio, del equilibrio, de la disciplina. Tiene pautas que obliga a respetarlas escrupulosamente. “Siempre les digo que tenemos que ser lo suficientemente responsables para que el éxito no nos sorprenda. Nuestra obligación, una vez conseguido, es transformarlo en duradero. Creo que ellos lo van entendiendo y eso nos permite encontrarnos ahora felices y conscientes de que vamos bien”. Lo que Cubilla pretende se va dando. Por eso Newell’s está allí, en lo más alto de la tabla. Aunque ganar le cueste a veces mucho esfuerzo porque no siempre Simón y Killer achican los espacios a espaldas de Gallego y Alfaro, como ocurrió el domingo, y entonces la manija del partido la pueden agarrar hombres experimentados, como Orlando José Medina, o eficientes, como Roberto Roque
Del Valle Carrizo. Mérito de Newell’s fue no aflojar nunca, buscar por las puntas una y otra vez porque por el medio no está Yazalde —ausente desde hace varias fechas por un fuerte golpe en el peroné-hasta encontrar los resquicios que llevan a la red. En eso Cucurucho Santamaría parece implacable. No perdona una. Define con la máxima frialdad, al mejor estilo Mastrángelo. Como en el segundo gol, sacando una media vuelta con el marcador encima para colocar la pelota de emboquillada, o en el último, ya detallado al principio. Santamaría es, en estos momentos, el argumento más positivo de Newell’s. Barrera es otro pero recién podrá decirse que estará consolidado como tal cuando exhiba en Buenos Aires lo que siempre muestra en Rosario: pique, decisión, búsqueda permanente del arco. 
Ahí también se ve la mano de Cubilla, aconsejándole con el aval que le da la experiencia. “Luís me dice siempre que encare al rival, que vaya a buscarlo, que no le tenga miedo. Y yo le hago caso porque si no es capaz de cumplir su promesa y me saca del equipo”.

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