Seleccionar idioma

lunes, 22 de febrero de 2010

Historias de Copas.

Muchas veces cuando vemos un partido chivo, de patadas, golpes y donde todos ponen, escuchamos decir "típico partido de copa". Porqué?, porque a diferencia de como es actualmente que existe la televisión con muchas cámaras, veedores deportivos, radios, muchos medios gráficos...antes en la Copa Libertadores, habían muy pocos medios y a veces ni se televisaban los partidos, el local te cagaba a patadas y el árbitro ni mu, si nó, no salía del estadio...pero el visitante tampoco se quedaba atrás y guapeaban de lo lindo contra todo y contra todos. Vamos a mostrar 4 ó 5 informes de "historias de copas" en donde los propios protagonistas cuentan como vivieron aquellas verdaderas batallas coperas. Hoy, el que nos deleita es el legendario arquero pincharrata, Alberto Poletti. En una nota publicada por la revista EL GRÁFICO en 1979, que lo disfruten.



"En aquella época se jugaban muchas cosas. Claro que el fútbol que se hacía no era el ideal; hoy, técnicamente se ve más. Pero me parece que la Copa perdió el ardor, la fuerza, la motivación. Antes, los árbitros cobraban menos, dejaban jugar y se creaba un clima especial. Yo recuerdo los partidos contra Racing porque dejábamos la vida en cada uno. Aquel Racing era un equipo fuera de serie. Durísimo, terrible. Devolvía golpe por golpe…y además de jugar pegaban todos y nadie protestaba."

"Jugábamos en cancha de River contra Racing. En aquel entonces cada partido de Copa era un combate y todo el mundo estaba prevenido. Pero ese día se les fue la mano. Cuando entramos al vestuario para cambiarnos nos encontramos con que cada uno de nosotros tenía un policía para vigilarnos. ¡Parecía un partido entre el penal de Olmos contra el de Caseros! Se presentó el comisario, nos pidió cordura y que abandonásemos el campo sin protestar… ¡el tipo ya sabía que algún expulsado íbamos a tener! Esa noche fueron a Devoto Aguirre Suárez, Togneri, Basile y Chabay y se comieron 4 días. En la charla técnica Zubeldía les pidió a los policías que se quedaran en un rincón y nos dejen solos un ratito."
"Era la final de la copa de 1969 contra Nacional de Montevideo en La Plata. Unos minutos antes de que empezara el partido me llamaron para reportearme por televisión junto con Ignacio Prieto, el chileno. Cuando me acerqué, le estaban haciendo una nota al árbitro colombiano Delgado. Y oí que era nuevo, que dirigía por primera vez una final y que era su segundo partido de Copa. Te imaginás que se me hacía agua la boca. Cuando volví al vestuario se los conté a todos los muchachos. La idea era aprovechar su inexperiencia para volverlo loco. Me acuerdo que ganábamos 2 – 0 y había que asegurar el partido. Me puse a hacer tiempo y tuvo que correr como 6 veces desde la mitad de la cancha. Yo le preguntaba de donde se hacía el saque de meta. Al principio, Delgado no entendía nada, pero después empezó a levantar presión y a señalarme con el dedo…Entonces le dije que no me levantara la mano porque se iba a echar a todo el público encima…Estaba tan asustado que no se dio cuenta que era todo público de Estudiantes.
Me dijo: Está bien, perdóneme, pero por favor saque rápido…"
"Por supuesto que nosotros solo no hacíamos esto, el “Peta” Ubiña se queja de nosotros pero Nacional tenía lo suyo. Ellos te mataban en la cancha. En Uruguay estábamos haciendo el precalentamiento en ese pasillo ancho que conecta los camarines con la escalera que conecta con el campo de juego del Centenario, cuando aparecen 6 tipos con pinta de boxeadores: Narices chatas, alguna que otra cicatriz…Nosotros ya sabíamos que nos iban a mandar a esos nenes y estábamos preparados. Porque vos sabés que 4 ó 5 minutos de piñas te tensionan como si jugaras dos partidos juntos. Cuando se acercó el primero y nos quiso manotear, sacamos unos fierros que teníamos escondidos atrás de una puerta del vestuario y empezamos a repartir. Te imaginás que cuando vieron eso salieron corriendo…pero te aseguro que hasta los fotógrafos que estaban detrás de mi arco tenían naricita de boxeador…"
"En Lima, contra Universitario, nos había ido muy mal. Perdimos 1 – 0 y Pachamé, Aguirre Suárez y Manera salieron lesionados. El gol lo hizo Lobatón porque la pifió, pero lo cierto es que nos ganaron. Así como te digo que hacíamos siempre lo que nos convenía, también te confieso que en aquel partido nos habíamos portado muy bien, pero cobramos igual: A la salida, la policía nos pegó tupido. Entonces para la revancha en La Plata, les pusimos el público en contra. Manera, que tuvo que ser enyesado, llegó a la cancha esa noche dispuesto a ver el partido en la platea. Pero cuando iba a entrar lo llevamos a los vestuarios. Faltando 2 minutos, lo hicimos cruzar toda la cancha en muletas hacia su
asiento que estaba enfrente. Te imaginás el público, apenas pasó Eduardo salió Universitario, se los querían comer…luego en el partido, Medina, que había reemplazado a Mal Bernat, debía marcar al wing de ellos, Catalayud. Al Tato le habíamos dicho que el wing arrugaba, que le metiera fuerte de entrada. En realidad no era cierto, lo que pasaba era que Catalayud era muy veloz y había que pararlo. Y apenas empieza le cortan una pelota y el 7 pica. Claro, Tato Medina estaba tan mentalizado que se le fue al humo 6 metros antes. Cuando Catalayud vio venir esa locomotora debe haber pensado que se le acababa la carrera. Pegó un salto y Medina pasó de largo…pero atrás estaba el marcador de punta Fuentes, que se ligó un “medinazo” terrible. El pobre no entendía porqué lo habían levantado así por el aire, ni había tocado la pelota."
"¡Lo que nos divertíamos con Cacho Malbernat!, Resulta que nosotros nos conocíamos el reglamento al dedillo. Protestábamos todos, pero nunca juntos sino de a uno. Incluso cuando nos cobraban en contra, hacíamos gestos ampulosos para que la tribuna creyese que discutíamos, pero en realidad al juez le estábamos diciendo “lo felicito, señor, cobró muy bien”. El caso es que Malbernat no era peleador. Le gustaba apaciguar y hacer valer su condicion de capitán. Pero en los partidos de Copa eso no valía: si teníamos que darnos no había capitán ni coronel que
valiese. Pero poco a poco lo fuimos convenciendo de que debía acercarse a los entreversos. Una vez, no me acuerdo en que partido, se produce un manoseo en el medio de la cancha. Y Cacho viene corriendo desde el área, con las manos atrás, sacando pecho y gritando: ¡yo soy el capitán, yo soy el capitán!... se ligo la primera piña que andaba suelta por ahí. Yo lo veía venir y cerré los ojos porque me imaginaba lo que iba a pasar. Así como llego salio de la rosca corriendo hacia atrás por el efecto del golpe."

No hay comentarios: